aguas transparentes que invitan a entrar a pesar de la temperatura del agua (en torno a 15ºC). ¡Al agua, patos! Pero despacio, despacio. A poca distancia, dentro del agua nos parece ver un pez anaranjado. En seguida pensamos en una carpa arrastrada por la apertura de las compuertas del canal del río hace unos días, pero observamos mejor y esa primera impresión deja paso a la realidad nunca vista aún: un calamar, de color anaranjado, a pocos metros de la orilla hacia la que parece se encamina sin mostrarse huidizo. Atrae nuestra atención desde el primer momento. Parece que nos mire con sus redondos y avivados ojos pero no muestra temor por nuestra presencia, parece también que vaya a quedar varado en la orilla de mínimo oleaje rompiente....pero no, en el último momento se vuelve a dejar engullir por las aguas avanzando lentamente con rumbo que no parece encaminado a adentrarse fugazmente. Le vamos siguiendo varios minutos a una corta distancia con el ánimo de observarle y desear que por fin se aleje hacia aguas más propias y seguras.... Por fin sin percibir su huída parece despedirse de nuestra visión dejándonos una grata sorpresa su encuentro y algún que otro interrogante, como por ejemplo por qué entre los cambiantes colores que pueden mostrar estos cefalópodos, justamente ese llamativo naranja; ¿qué estímulos propiciaron la activación cromatófora hacia ese resplandeciente color?
Con la mera contemplación del suceso nos quedamos bien impresionados y compensados del acaecer mañanero...
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